Reflexiones.
Esta cámara se ha convertido en algo así como un cuaderno de bocetos analógico, en un diario de mis días y en una herramienta para experimentar.
Lo que realmente quiero compartir es algo que nos atraviesa a muchos y de lo que se habla poco: el bloqueo creativo. Más concretamente, el bloqueo fotográfico.
¿Alguna vez has sentido que te faltaba motivación? ¿Que dudabas de tu lugar dentro del universo fotográfico, tan vasto y exigente? A mí me ocurre desde siempre.
En el Día Mundial de la Fotografía, un recuerdo para todas las personas afectadas por la DANA en València y un reconocimiento al proyecto ‘Salvem les fotos’, de la Universitat Politècnica de València.
Pronóstico del tiempo: Nublado y llovizna. 3 días fuera, 3 rollos, ISO 400 y pillo los Tri-X. ¿Cámara? Algo ligero. Solo una, me prometo. Miro las TLR ligeras… Y todas han sido usadas este año, excepto mi Yashica Mat.
El analógico me proporciona dos placeres que nunca encontraré en el digital. De un lado, el proceso conseguir la imagen se alarga, por lo que, aunque es más trabajo y corres más riesgos, disfrutas más aún. De otro, el analógico me da algo de lo que he quedado prendado: el negativo.
Esta entrada tiene que ver con la importancia del festival de fotografía analógica Revela’t en mi proceso de transición.
Hice un taller de revelado en Contado Pierde. Cuando saqué del tanque de agua el carrete revelado en el que podía ver las fotos realizadas exprofeso para el curso, sentí una inmensa alegría.


Ningún medio, ningún filtro, ningún truco de inteligencia artificial podrá sustituir jamás la brutal sencillez de un agujero que deja pasar la luz. Porque no es moda ni tendencia: es, y será siempre, una forma de mirar el mundo con ojos que no necesitan permiso.