Printing for Felipe Romero Beltrán
“La visualización es el proceso emotivo-intelectual de creación de la fotografía, que permite anticipar la imagen acabada antes de la exposición, asegurando que los procedimientos contribuyan al resultado deseado”
En fotografía, todo comienza con una caja. Una cámara que contiene un ducto por donde la luz hace su intervención, un obturador que se abre y se cierra con precisión milimétrica. En ese breve instante, el mundo queda inscrito en una superficie sensible, que retiene no solo luz, sino también tiempo y emoción.
El proceso de impresión en el cuarto oscuro —paradójicamente— repite ese ritual. A partir del negativo, la luz de la ampliadora actúa como un nuevo lente, los filtros dictan el carácter cromático, y el momento de exponer el papel se convierte otra vez en un acto de decisión, intuición y revelación. Es, en esencia, volver a tomar la fotografía. Una segunda mirada que no solo traduce lo captado, sino que lo interroga, lo expande, lo reencuadra. Una forma de reencontrarse con la intención inicial, o incluso de descubrir otra completamente distinta.
En ese espacio de reflexión, de pausas y latencias, conocí a Felipe Romero Beltrán. Fue en Madrid, poco después de que terminara Dialecto, su fotolibro sobre la vida de jóvenes migrantes en España. Por entonces, me hablaba ya de un nuevo proyecto en la frontera norte de México, aunque aún no sabía qué imágenes lo habitarían.
Comencé haciendo fotos en México: artistas, cantantes, festivales de cine. Pero hace cuatro años, emprendí un viaje a Madrid, no solo como una forma de expandir mi práctica, sino también como un intento de encontrar un dialecto personal en la imagen. La distancia me permitió observar todo con otra mirada, más reflexiva, más crítica. Soy Adrian Cuauhtémoc Wong, handprinter, y ese oficio me ha enseñado a pensar la fotografía desde el gesto físico, desde la materia. Paralelamente, llevo adelante un proyecto personal que me ha llevado a revisitar México en múltiples ocasiones, recorriendo distintas regiones del país, en particular la Sierra Madre Occidental, donde construyo un registro visual que crece con cada viaje. En ese contexto, conocí a Felipe Romero Beltrán.
Yo acababa de regresar de mi primer viaje a México con un puñado de negativos y muchas preguntas. En nuestras conversaciones, Felipe no me dio respuestas exactas, pero sí coordenadas. Me compartió su experiencia, su manera de escuchar la imagen. Fue un aprendizaje tácito, que transformó mi mirada para los siguientes viajes. Hoy, con cuatro estancias más en México, sigo en diálogo con esa forma de entender la fotografía.
La colaboración para su proyecto Bravo surgió de manera orgánica. Todo empezó cuando él hojeó mi libreta de apuntes de laboratorio —un cuaderno caótico pero íntimo, lleno de anotaciones sobre tiempos, filtros y pruebas— y propuso transformarlo en una pieza. Así nació la idea de construir un panel informativo que combinara referencias visuales con marcas técnicas de impresión, como una suerte de cartografía de su archivo.
Felipe me confió sus negativos y me dio libertad absoluta: “Imprime lo que quieras”. Sumergirme en su archivo fue como volver a México, pero al México de Felipe. Un territorio distinto al mío, pero donde muchas de sus imágenes resonaban con mis propios recuerdos y preguntas. Algunas fotos estaban fuera de su selección final, pero tenían para mí un significado latente. Imprimirlas fue una forma de extender su universo, pero también de dialogar con él.
En un punto donde todo parece suspendido —la frontera, el Río Bravo—, la fotografía se convierte en un acto de espera y encuentro. Una imagen detenida entre dos tiempos: el de quien la tomó, y el de quien la vuelve a mirar en la penumbra del cuarto oscuro.
Hasta la fecha, Felipe, su equipo y yo continuamos construyendo esta libreta de anotaciones: una bitácora técnica y emocional que recoge todas las historias detrás de sus imágenes. Ha sido, y sigue siendo, un aprendizaje formar parte de este proceso, que más que una colaboración, se ha convertido en una experiencia de vida compartida.
La exposición Bravo se presenta actualmente en KBr Fundación MAPFRE, en Barcelona, hasta el 18 de mayo de 2025. Próximamente, podrá verse también en Madrid, a partir del 6 de junio.
Nada de esto hubiese sido posible sin el apoyo generoso y comprometido de todas las personas que han acompañado este camino. A todas ellas, gracias infinitas.
@feliperomerobeltran
Testprints @_adrianwong_
At @contadopierde
For Bravo
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