De las fallas al aprendizaje: Cómo nació ‘On The Road Magazine’

Hola, ¿cómo estás? Hoy recibí un mensaje de Nuria que decía: “Eiii Maxi, ¿te apetecerá hacer una reseña de tu revista para Disparafilm?”. Y aquí estoy nuevamente escribiendo para nosotros, porque sí: esto también lo escribo para mí.

Hoy es 02/12 y, de cierta manera, ya comencé a hacer el balance de lo que fue mi año. ¿El tuyo cómo fue? Espero que este 2025 te haya ido genial. En mi caso, fotográficamente fue increíble. Ojalá todo lo demás que conforma mi vida pudiera ser igual. Confío en que algún día todo se alineará, y así será.

Pero retomando lo que nos importa: la fotografía. Fue un año bastante movido y, de todas las cosas que pasaron, la más inesperada fue la de tener una revista de fotografía. Aquí estoy, escribiendo sobre ella.

No sé si te pasa, pero creo que las cosas que salen mal se van transformando. El éxito proviene de una serie de fallas que te permiten ir ajustando formas y maneras, hasta llegar a algo que uno, al menos, considera un éxito personal. Algo así fue esto.

El año pasado intenté formar un fotoclub, pero terminé dejando la idea. Arranqué un proyecto que se llamaba La nueva foto del mes, recuperando un viejo ejercicio que un profesor hacía y que, por algún motivo, se dejó de hacer. A mí me pasó lo mismo: no logré que durara más de seis meses. En fin, hubo más cosas, pero lo importante es que cada falla me dejaba un aprendizaje y me permitía, cuando recuperaba fuerzas, intentar algo nuevo.

Este año tomé una decisión que me dio miedo durante muchos años: enfrentar mi falla más grande y darle pelea. Retomé la universidad. Aquí en Tucumán tengo la suerte de que se dicte la Tecnicatura Universitaria en Fotografía, la cual había dejado hace diez años. Por cosas del destino, tuve la suerte de ver las señales, interpretarlas y volver. Eso me acercó mucho más a este vasto universo de imágenes, que me dio muchas oportunidades: muestras, charlas, etc. Pero la más importante fue volver a aprender, volver a inspirarme.

Eso me permitió ir probando diferentes cosas. Creo que la revista me fue dando señales a lo largo de estos meses: en pequeñas reseñas que hacía sobre historia en mi Instagram, en hablar sobre lo que pasa detrás de alguna imagen famosa, en hacer reels con entrevistas exprés a gente que hace fotografía aquí. Todo eso, de cierta manera, iba germinando algo mucho más grande. El resultado fue On The Road Magazine.

¿Pero cómo llegué a eso? ¿Yo sabía algo sobre tener una revista o sobre editar? La respuesta es no. Pero hay un libro —no sé si lo conoces— que se llama Atrapa al pez dorado, de David Lynch. Lo uso como uno de los ejes de mis talleres de fotografía creativa. Allí él cuenta lo siguiente:

“Yo he tenido mucha suerte. A lo largo del camino vamos encontrándonos con personas que nos ayudan. En mi vida ha habido muchísimas personas que me han ayudado a dar el paso siguiente. Y es una ayuda que recibes porque has hecho algo, por lo tanto, tienes que continuar en ello”.

Por eso, cuando me vino a la cabeza la idea de hacer una revista, ningún motivo era válido para frenarme. Muchas veces, al principio, las cosas pueden verse horribles, pero lo importante es hacer. En casa hay un dicho que me enseñó mi novia: “Mejor hecho que perfecto”.

¿De dónde me vino esta idea? Lynch usa la metáfora de la pesca para hablar de dónde vienen las ideas. Dice que son “peces grandes” que aparecen cuando la mente está relajada y abierta. Actividades como manejar, lavar platos o caminar permiten que el inconsciente trabaje en segundo plano, generando conexiones inesperadas.

En mi caso, estaba en el gimnasio entrenando cuando esto vino a mi cabeza y no se fue más. Para forzarme a cumplir con este nuevo proyecto, lo primero que hice fue buscar un nombre. Después de muchos posibles, decidí quedarme con el mismo que usó Kerouac para su libro y que también apareció en un artículo de Gustavo Gilabert en una vieja revista de aquí: On The Road. Porque siento que todos estamos en el camino, en la búsqueda de cumplir nuestras metas fotográficas.

Luego comencé haciendo la portada. Saber un poco qué contenido podía tener me daría un norte. Usé un autorretrato de Gilabert en moto por alguna ruta argentina en los 90. Kerouac no podía faltar, tampoco Eggleston. También me di cuenta de que si invitaba a alguien a participar mostrando sus fotos, no iba a bastar: necesitaba mostrar lo que pasa detrás de la cámara. Por eso me propuse entrevistar a personas, de aquí y de más lejos. Y así, sin más, la cosa fue tomando forma.

Mi objetivo principal al hacer una revista era ayudar. El formato digital me da la libertad de que sea gratuita. Según creo, hay mucha gente interesada en esto que nos apasiona, y tener algo al alcance y gratis es una manera de devolver, desde mis posibilidades, a esto que tanto me dio.

Empecé escribiendo, dándole forma a mis intereses y conocimientos, y así, uno a uno, los artículos se fueron completando. Mientras eso pasaba, comenzó a suceder lo que te conté más arriba: al empezar a hacer algo, cuando los engranajes comienzan a moverse, la ayuda aparece. Un amigo me dijo: “Esto no puede quedar como un simple archivo digital. Si realmente querés ayudar, tenés la posibilidad de hacer que la revista sea oficial consiguiendo un código ISSN”.

Así comencé el trámite, que demoró unos 30 días entre mails que iban y venían, indicándome que había llenado mal el formulario o que faltaba algo en el ejemplo que les enviaba. Sí, estuvo lleno de errores, pero poco a poco se fueron resolviendo. Lo importante es no parar.

Luego de eso, cuando terminé la versión beta, mi cuñada —que es diseñadora gráfica— me ayudó con la edición editorial. Y así, poco a poco, terminé convirtiéndome en editor de mi propia revista fotográfica.

Te cuento todo esto no solo para invitarte a participar en las convocatorias fotográficas que se anuncian en el Instagram @ontheroadzine. Y si querés leer la revista, aquí está el enlace: On The Road Magazine.

Sino también quiero aclararte que esto que escribí no va por el lado de “tengo una revista”. Va por el lado de que, si querés hacer algo, busques la manera de hacerlo. En el proceso seguramente vas a encontrar dificultades que intenten frenarte, pero también te aseguro que siempre habrá gente dispuesta a ayudarte, ya sea desde las buenas energías o desde su conocimiento. Incluso yo: si de alguna manera puedo ayudarte en algo en algún momento, no dudes en escribirme, que aquí estaré.

Y como digo en mi revista: nos vemos en el camino.

Maximiliano Palencia

Mi nombre es Maximiliano Palencia, tengo 37 años y vivo en la provincia de San Miguel de Tucumán (Argentina).

Mis inicios en la fotografía comenzaron en la Universidad Nacional a los 23 años, aunque no llegué a terminar la carrera. Sin embargo, el camino no se detuvo ahí: libros como El camino del artista me ayudaron a reconectar con mi vocación y este año retomé mi formación académica.

Soy docente tallerista y actualmente me dedico a la fotografía callejera, un estilo que descubrí como mi verdadera pasión. Salgo semanalmente a hacer fotos y organizo salidas fotográficas con el objetivo de contagiar este amor por la imagen y por mirar el mundo desde perspectivas distintas.

Comparto mis registros y reflexiones en mi cuenta de Instagram:
@elojodeagamotto

https://www.instagram.com/elojodeagamotto/
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