Breve introducción al positivado lith
Siguiendo el excelente artículo de Oliver Pera sobre el positivado lith (que si no habéis leído aún, ya estáis tardando), he querido aportar mi granito de arena para dar a conocer este, en mi opinión, injustamente desconocido proceso analógico.
Debo admitir que mi primer contacto con la impresión lith no me impresionó para nada. Fue en un libro del fotógrafo Lee Frost, que los aficionados de cierta edad seguro conoceréis. Al verlas me parecieron planas, sin contraste, con unos tonos rosados feísimos y sombras verdosas. ¡Ya veis las vueltas que da la vida! Veinte años después, aquí estoy haciendo proselitismo.
El positivado lith es una técnica que desafía la perfección, abraza la textura, el grano y el accidente feliz de la imagen revelada a mano. Uno de los aspectos que más me atrae es la posibilidad de interpretar un mismo negativo de varias maneras utilizando simplemente diferentes tipos de papel. Con este artículo, he querido mostrar con unos ejemplos este aspecto del positivado lith. He utilizado un negativo de mi proyecto “Casa de Campo: Lo que no se ve”, tomado con mi Sigma 28 AF Zoom con película nocolorstudio n10.
¿Qué es?
El positivado lith utiliza un revelador especial compuesto de dos partes, A y B, y papel tradicional para positivado blanco y negro. Una de sus características principales es el llamado revelado "infeccioso", cuando las sombras aparecen y empiezan a extenderse rápidamente debido a la gran sobreexposición que se le ha dado al papel. Este es el momento crítico cuando hay que decidir el “snatch point”, el momento en el que optamos por sacar la copia del revelador, una vez las sombras adquieren la densidad deseada. El resultado son imágenes con sombras profundas y generalmente ásperas y granulosas y luces y medios tonos tersos, además de tonos cálidos en algunos papeles, rosados y anaranjados, mientras otros papeles producen tonos más atenuados, arena y café con leche (corto).
En esta copia, Bergger Prestige ha producido un bonito tono cálido y sombras bastante tersas.
El contraste de la imagen se controla mediante la sobreexposición del papel. Si es posible, habría que averiguar el tiempo de exposición con el que las zonas de luz del negativo empiezan a mostrar detalle y utilizarlo como base para sobreexponer un mínimo de 1 paso y medio, 2 o 3. El uso de los filtros de contraste de la ampliadora es innecesario. El revelador se utiliza muy diluido con lo que el revelado es lento, de un mínimo de 4 minutos para conseguir un efecto lith verdadero, hasta 15, 20 o 30 minutos e incluso más, dependiendo del tipo de papel y sobre todo, de la oxidación del revelador.
Utilizando diferentes tipos de papel, podemos conseguir que el mismo negativo produzca imágenes con una atmósfera muy diferente. Desgraciadamente, no todos los papeles fotográficos funcionan con este proceso y en este momento, solo se producen dos: Fomatone Classic y Foma Retrobrom. Esto hace el uso de papeles vintage casi una necesidad, y aunque es el aspecto que más me atrae del positivado lith, es verdad que cada vez se hace más difícil encontrar papeles viejos. Paquetes de Kodak, Agfa y otras marcas completamente olvidadas como Tura o Argenta de hace 40, 50 o más años, demasiado velados para utilizarlos con un positivado tradicional, pueden ser perfectos para lith, ofreciendo una variedad casi increíble de tonos y texturas. Aquí van algunos ejemplos en Kodak Art Elite, Kodak Bromesko y Agfa Brovira.
Con papel Kodak Art Elite.
Con papel Kodak Bromesko.
Con papel Agfa Brovira.
Para un mayor control del contraste (y también del color) podemos variar la proporción de las partes A y B. De esta manera, podemos empujar los medios tonos hacia las luces o hacia las sombras. Mayor parte A, más contraste y color más intenso. Mayor parte B menos contraste y colores más atenuados. Aquí un par de comparaciones.
A la izquierda una copia revelada con partes iguales de A y B y a la derecha con más parte A.
Aquí más parte B en la foto de la derecha produciendo un imagen mucho más plana.
Abrazando el accidente
La naturaleza casi impredecible del positivado lith invita a dejarnos llevar de la manita por los diosecillos de la cámara oscura y ver qué sucede. No se trata de positivar a lo loco (con lo caro que está el papel) pero sí de dar espacio a que sucedan cosas más allá de la idea que tengamos en mente al empezar la sesión. De esa manera, de vez en cuando, sucede una magia que hace que valgan la pena las horas pasadas a oscuras agitando la bandeja del revelador, a solas contigo mismo evitando como puedes caer en una crisis existencial. Como dijo Tim Rudman, el maestro indiscutible del lith, “cuánto más positivas, más suerte tienes” (”the more you print, the luckier you get”).
Yendo un poco más allá, podemos también buscar el accidente utilizando esos paquetes de papel que están en tan mal estado que no los salva ni el revelador lith. Paquetes que han estado en áticos y sótanos año tras año, expuestos a cambios de temperatura y humedades, en los que cada hoja ofrece un resultado (por no decir manchurrón) diferente. Supongo que es el equivalente a utilizar carretes caducados, a posteriori. Como ejemplo, estas dos imágenes en papel Ferrania Vega que me gustan un montón. La primera ha producido un efecto casi de cielo nublado o quizá de una foto tomada a la luz de la Luna.
La segunda es Ferrania Vega Chamois. El color es la base misma del papel y se ven los filamentos de moho creciendo en los bordes que le dan un toque muy orgánico. ¿Lo pilláis?
Para terminar
El positivado lith puede ser tan complicado o tan simple como cualquier otro aspecto de la fotografía. Puedes acercarte a él armado de todos los conocimientos químicos necesarios o, si sois más como yo, un poquito negados para las ciencias, es más cuestión de leer lo básico, entender muy poquito, y tirar p’alante. Con un poco de suerte, en 15 años tendréis una idea de lo que estáis haciendo.
En un momento en 2010 en que sentía que mis fotos no iban a ninguna parte, me dio por probar este proceso y no he vuelto a mirar atrás. En ocasiones (a menudo) puede ser muy frustrante pero en esos días en que dichos diosecillos se han levantado de buen humor, los resultados, nunca del todo como esperas y, a menudo, totalmente inesperados, te hacen sentir como todo un Master Printer, aunque solo sea por unos minutos.