Una foto poco cuerda

En 2020, mientras estábamos en cuarentena, empecé a realizar tomas para una nueva serie. Se trataba de sacar fotos de cosas en movimiento, comunes, de todos los días. Un lavarropas, las manecillas de un reloj, un ventilador, o la cuerda de una guitarra vibrando. Justamente esta última creo que es la foto a la que más sesiones de toma le he dedicado.

Como en todas las fotos de la serie, lo primero que hice fue realizar una secuencia de pruebas con una cámara compacta digital, utilizando diferentes tiempos de exposición, para determinar aquel que mejor registrase el movimiento. En este caso me quedé con la franja que va entre ½ y 2 segundos.

Luego hice una nueva serie de pruebas haciendo vibrar diferentes cuerdas, para así seleccionar la que mejor quedase en la foto.

Finalmente realicé una toma final que edité en Photoshop para tenerla como referencia.

El asunto ahora era elegir el equipo más adecuado para realizarla. En realidad, el más adecuado entre lo que tenía a disposición. Porque el desafío estaba en lograr una profundidad de campo suficiente para que gran parte de la cuerda, si no toda, se vea nítida. Pero eso no sería posible sin una cámara que permitiese movimientos.

Primero intenté con la Bronica S2a, para la que tengo un fuelle de extensión para macro que permite algo de tilt and shift. Pero esta alternativa tiene varios inconvenientes. Como el fuelle tiene una extensión mínima bastante considerable, debía usar el objetivo de 200mm para tener un encuadre aceptable, lo que me daba poco efecto de perspectiva. Pero como en realidad no tiene "tilt" (basculamiento sobre el eje horizontal, digamos), sino "swing" (basculamiento sobre el eje vertical), debía ubicar la cámara de costado y, la verdad que me resultó tan incómodo que se me terminó la paciencia antes de lograr ajustarla para controlar adecuadamente el enfoque. 

Fui entonces por la opción más conservadora, la Hasselblad con el objetivo de 80mm y un anillo de extensión de 21mm. El estudio: la habitación de mi hija. La iluminación: una ventana lateral. El resultado: encuadre perfecto, pero la vibración de la cuerda no salió como yo quería.

Para el segundo intento, no quería depender del humor de mi hija ante una nueva invasión, por lo que repetí la toma en el comedor, usando un par de luces y una tela difusora simulando la ventana. El resultado, un brillo molesto que no pude eliminar.

La tercera es la vencida, dicen, y volví al escenario original, pero exagerando el pulsar de la cuerda para logar la toma definitiva...

Pero... (siempre hay un pero) solo había logrado una profundidad de campo de unos pocos centímetros, quedando gran parte de la cuerda fuera de foco. Por un momento pensé en alquilar un flexbody para la Hasselblad, pero en 2021 me regalé una cámara de gran formato, una Cambo monoriel, y la foto de la guitarra tendría una nueva oportunidad.

El único objetivo que tenía era un Caltar de 210mm (que en realidad es un Rodesntock Geronar), y, como en Argentina es casi imposible conseguir película en placas, mandé a imprimir en 3d un adaptador para película 120. El resultado, bastante nitidez en gran parte de la cuerda, pero un efecto de perpectiva que no me terminaba de convencer (a pesar de haber abusado de las posibilidades para exagerarla que dan los movimientos de las cámaras de gran formato).

Pero del viaje a España no solo traje abrazos y buenos momentos compartidos, también un objetivo Nikon 135mm y un par de cajas de placas de 4x5. Entonces estaban todos los ingredientes para un nuevo intento...

Monté una vez más la escena, ubiqué la cámara, y con la lupa en mano, me metí nuevamente bajo la capucha. Enfoqué el extremo más cercano de las cuerdas, enfoqué el extremo más lejano, incliné el panel frontal. Repetí el ejercicio tres o cuatro veces hasta que logré constatar que la cuerda se veía nítida de extremo a extremo.

Cerré por última vez el objetivo, puse el portaplacas, ajusté velocidad y diafragma, cargué el obturador, quité la chapa protectora, pulsé la cuerda y....

Creo que finalmente, mi debut con el gran formato ha valido la pena…

Ariel Till

Nací en Buenos Aires, Argentina, en 1968. Inicié mis estudios de fotografía en 1984, realizando los cursos Básico, Superior y de Iluminación en el Foto Club Argentino. En 2016 asistí al workshop “La fotografía como Arte Contemporáneo”, en la galería Rolf Art.

En 2006, la Federación Argentina de Fotografía me otorga la distinción Artista FAF.

A partir de 2008, actúo como jurado en los concursos fotográficos organizados por el Nuevo Foto Club Argentino.

Desde 2010 publico en el blog “Un poco de luz”, donde escribo acerca de fotografía y desde 2016 participo como redactor en la revista digital Las nueve musas.

He realizado las varias exposiciones individuales y colectivas. Las más recientes fueron “Filialidad” (Ciclo de muestras online Nuevo Foto Club Argentino, 2020), “Eclecticismo Vacacional” (Nuevo Foto Club Argentino, 2018), “Biografía” (Nuevo Foto Club Argentino, 2015) y “Diversidades” (muestra colectiva, Espacio Cultural Nuestros Hijos, ECuNH, 2015).

En 2021 publiqué el libro “Biografía/Filialidad”.

https://www.instagram.com/tillari/
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